lunes, 13 de enero de 2014

ACEITERAS, estrenamos el año con una nueva prohibición

ACEITERAS

La nueva prohibición para los restaurantes


Seguimos con la paranoia de las prohibiciones en este país y estrenamos el año con otra nueva, polémica y sin demasiado sentido. Esta vez el objetivo a batir son las aceiteras.
La normativa no entrará en vigor hasta el próximo 28 de febrero de 2014, pero la prohibición ya es definitiva y no hay marcha atrás. A partir de esa fecha, el aceite de oliva que se sirva a los comensales tendrá que estar envasado en un recipiente no rellenable, cerrado y con la etiqueta correspondiente, siendo la opción recomendada la de las monodosis.
De entrada los restauradores —en general— están en contra de la medida y alegan motivos económicos, ecológicos y de practicidad. Por una parte no cabe duda de que sale mucho más caro el uso de las monodosis que las aceiteras de toda la vida, además de que generan muchísimos más residuos y resulta más incómodo para el cliente.
Algunas opiniones de restauradores:
«Veo mucha mano negra detrás”  “Es mucho más sucio para el cliente, las vinajeras están limpias siempre, pero las monodosis se rompen y el aceite sale por fuera» «No tiene ninguna lógica».
Hay restaurantes que sirven su propio aceite o aceites de la zona de la propia cooperativa y que ahora se verán forzados a cambiar de aceite o a encargar el envase en monodosis, lo cual no siempre resultará viable.
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Por supuesto lo de las botellas irrellenables o monodosis puede dar más garantía de lo que está consumiendo el cliente, pero lo mejor en estos casos es que cada restaurante haga lo que crea más oportuno sin necesidad de prohibiciones de este tipo. De hecho ya había restaurantes que usaban este tipo de envases sin necesidad de normativa alguna. ¿Por qué obligar al resto?
Personalmente no me parece cuestión de garantía porque el restaurante podrá aliñar las ensaladas en la cocina con aceite a granel —de origen desconocido e incluso sin ningún control sanitario— o cocinar con cualquier aceite sin que el cliente tenga un control o sepa qué se está usando, de manera que parece otra prohibición absurda más que solo acabará beneficiando a unos pocos en perjuicio del resto.
Y desde luego lo que no tiene ninguna lógica es que saliera la normativa para reducir las bolsas de plástico en los supermercados y ahora salga esta que es radicalmente opuesta. ¿Quién decide estas cosas y bajo qué tipo de presiones?
Ramón Cerdá

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