La
Agencia Tributaria es cada vez menos Servicio
Público.
Agencia
Tributaria
¿Debe
ser un Servicio Público?
Esa
es la teoría, que la Agencia Tributaria sea un servicio público, pero en la
práctica cada vez resulta todo más dudoso. Como ejemplo pondré, antes de ir al
grano, que hablar en según qué departamentos de la Agencia Tributaria por
teléfono es tarea prácticamente imposible. A menudo hemos estado en el despacho
una semana completa sin poder contactar y haberse tenido que desplazar para
solucionar las cuestiones in situ.
Pero
no es del lamentable servicio telefónico de la Agencia Tributaria de lo que
quería hablar, sino del recorte de servicio que ha supuesto la nueva obligación
de presentar las declaraciones de manera telemática dejando fuera de juego a un
importante número de ciudadanos. Personalmente me ha sorprendido que no se haya
ocasionado un mayor revuelo a nivel nacional; nos tienen aletargados. Como
protesta mayoritaria, pero sin demasiado ruido, destacaría la que ha
protagonizado la Confederación Intersindical Gallega —CIG—
que se ha encargado de presentar numerosas quejas en nombre de pequeños
contribuyentes, especialmente los de edad avanzada.
"La Agencia Tributaria debe prestar un servicio público a los
ciudadanos y no es de recibo que imponga obligaciones que compliquen la vida de
los contribuyentes", expuso don Antón Lestón, responsable de CIG quien denunció
que la medida obliga incluso a pequeños arrendatarios o propietarios de un
pequeño negocio a contratar los servicios de una gestoría, cuando hasta ahora
habían podido presentar un sencillo impreso
personalmente.
Estas
nuevas medidas contrastan con la posibilidad de que nos hagan la
renta gratuitamente y de manera presencial en las oficinas de la Agencia
Tributaria —cosa que por cierto nunca he recomendado—. ¿Por qué
en el caso de las declaraciones de renta ofrecen un servicio de ese tipo y en
las otras cuestiones, no solo no lo ofrecen, sino que ponen cada vez más trabas
y problemas a los contribuyentes?
Creo
que falta planificación y sentido común en la aplicación de muchas de las nuevas
normativas que parecen hechas sin pensar demasiado las
consecuencias.
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