La resiliencia se suele
utilizar para expresar la capacidad de una persona (o grupo) para
enfrentarse a la adversidad, superarla, e incluso salir fortalecidos de esa
situación. Las situaciones difíciles pueden ser originadas por un entorno
cercano como la familia, un entorno regional (una zona en guerra), una
situación económica (la pobreza) o cualquier circunstancia traumática (la
muerte de un ser querido).
Este término también lo
podríamos aplicar al trabajo, en este caso sería como superar un conjunto
de adversidades que a priori no permitirían desarrollar una idea, producto
o servicio (idea en la que nadie cree, falta de financiación, resultados
iniciales desastrosos,….)
El profesorado que
comenzó a innovar hace unos años tuvo que superar un conjunto de adversidades
tremendamente complicadas: No se reconocía profesionalmente ni
económicamente la realización de las innovaciones, tenía trabas
administrativas, la indiferencia de sus compañer@s, tenía que dedicar
tiempo libre y sus propios recursos económicos y además existía un alto
riesgo de que lo que hiciera no resultara tan eficaz como en principio
creía.
Así pues se
puede decir que si algo tenía el profesorado que innovaba era resiliencia.
Actualmente si el
profesorado quiere comenzar a realizar innovación educativa no se encuentra
con un entorno tan adverso: hay formación previa (planificada por la
institución o de forma libre en internet), las instituciones suelen
promover la innovación y facilitar recursos para realizarla (de forma
escasa, eso sí), ya no hay tantas trabas administrativas, muchos de los
recursos tecnológicos están en internet y además se pueden utilizar de
forma gratuita,…. Aún
continúa alguna adversidad, entre las cuales destacan dos muy importantes:
el muy escaso (o nulo) reconocimiento de la innovación educativa para el
progreso profesional por parte de las autoridades políticas y la dificultad
en la realización de la propia innovación educativa.
Aun así, si el
profesorado comienza a realizar innovación educativa, debe tener grandes
dosis de resiliencia ¿O no?
Hay una nueva situación
que no tengo claro si ayuda o no a la innovación educativa. Se trata de la
obligación de hacer innovación educativa para personas que quieren
iniciarse en la carrera docente, es un cromo más de los numerosos que
tienen que añadir a su currículum (un cromo que tiene poco peso frente a
otros; pero lo tienen que tener).
Este nuevo perfil de
profesorado que innova debe tener algo que acredite que ha realizado
innovación (el cromo), una presentación en un congreso, un artículo o un
proyecto de innovación docente reconocido por su institución.
Así pues, la
resiliencia en la innovación educativa debe tener dos visiones, una para el
profesorado que no necesita el cromo y hace innovación educativa y otra
para el profesorado que necesita el cromo; en este último caso la resiliencia se puede
observar si después de obtener el cromo continúa con la innovación
educativa.
Para que quede claro,
estoy a favor de tener cromos, tanto para el profesorado que lo necesita
como para el que no lo necesita (ya comentaba esto en 2007),
creo que a las personas que quieren ser docentes les piden muchos cromos.
Tampoco tengo nada en contra de las personas que hacen innovación para
obtener el cromo y después se olvidan de ella (bastante tienen con
conseguir todos los cromos); es más, pienso que hay que ayudarles a
obtenerlo.
Pero hoy por hoy
y hasta que las condiciones adversas para realizar innovación educativa no
cambien, o se tiene grandes dosis de resiliencia o se dejará de hacer
innovación educativa (o lo que es peor, ni se intentará).
Esta situación me
produce mucha incertidumbre, ya que falta
solventar la adversidad más importante que es el muy escaso reconocimiento
profesional de las autoridades políticas al profesorado que hace innovación.
La medida política que obliga a cierto colectivo a tener una innovación va
a aumentar los indicadores de éxito (por ejemplo que haya más personas que
hacen innovación educativa, más participación en congresos, más peticiones
de proyectos de innovación educativa,….) y esto se puede tomar como un
indicador de que políticamente se está en el camino correcto.
Si se quiere
mejorar la innovación educativa y que llegue a transformar el modelo
educativo, no se debe trabajar para disminuir el tiempo en aplicar la
resiliencia (esto no conseguirá resultados de cambio del modelo educativo),
se debe reducir la intensidad de la resiliencia, solamente así se
conseguirá que el profesorado continúe innovando de forma permanente.
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